El primer Polaris fue entregado en 1983 a los rescatistas del vuelo 90 de Air Florida, un Boeing 737 que acabó hundiéndose en el río Potomac (Washington DC) al no conseguir despegar por la acumulación de hielo en sus alas. Los supervivientes acabaron sumergidos en un río, al borde de la hipotermia. Finalmente, salvaron la vida 5 personas.
En 1987 se entregó a la tripulación del vuelo 123 de JAL, un Boeing 747 completamente incontrolable tras una descompresión explosiva al despegar de Tokio. Durante media hora la tripulación hizo todo lo posible para aterrizar de emergencia, estrellándose finalmente contra una montaña a 100 Km de Tokio. Fallecieron 520 pasajeros (4 supervivientes), siendo el más mortífero accidente aéreo de una sola aeronave.
En 1989 se entregó a la tripulación de un caso parecido, pero con mucha más fortuna. Un Boeing 737 de Aloha Airlines sufrió una descompresión explosiva al despegar de Hawái. A pesar de la pérdida de algunos controles, y el daño estructural, consiguieron aterrizar. Solo falleció una tripulante de cabina, que salió despedida en el momento de la explosión.
Otro Polaris destacable fue en 1991, a los pilotos de los helicópteros que sobrevolaron Chernobyl, para verter cemento sobre el hueco emisor de radiación, a la que se vieron sometidos. La mayoría murió de leucemia años después.
En 1992 se entregó hasta a tres tripulaciones, entre las que destaca la del vuelo 5390 de British Airways. La ventanilla del piloto se abrió en pleno vuelo Birmingham - Málaga, quedando el piloto sobre el techo del fuselaje sometido a fuertes corrientes de viento (tan solo sujetado por un tripulante de cabina por los pies). El BAC One-Eleven consiguió aterrizar seguramente en Southampton gracias al copiloto, sin lamentar ninguna víctima.
El Polaris de 2001 fue para todas las tripulaciones de los cuatro aviones implicados en los atentados del 11 de septiembre: United 93 (Pennsylvania), United 175 (Torre Sur), American 11 (Torre Norte) y American 77 (Pentágono).
El último Polaris fue entregado en 2014 a la tripulación del vuelo 780 de Cathay Pacific, un Airbus 330 que perdió el control de los motores al intentar aterrizar en Hong Kong. Finalmente aterrizó al doble de la velocidad adecuada, sin ninguna víctima. La causa fue combustible contaminado.
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