- Turbohélice o turbopropulsor
- Turborreactores
- Turbofan
- Estratorreactor
- Pulsorreactor
Pero claro, todo tiene sus ventajas y sus inconvenientes.
Por ejemplo, los turbohélices son motores muy eficientes en consumo de combustible. Pero tienen un problema: cuando se acercan al límite de los 720 Km/h, pierden muchísima eficiencia, debido a la presencia de ondas de choque, que aparece a velocidad subsónicas altas.

Esta limitación no la tienen los turbofanes, que pueden superar esta velocidad, pero con menor eficiencia energética que los turbohélices.
La idea de combinar lo mejor de ambos motores surgió en los años 70, naciendo así el motor propfan. Básicamente, era un turbofan con hélices que sobresalen, consiguiendo un doble impulso: el de los aires calientes comprimidos al liberarte, y al empuje de la hélice. Estos motores han resultado ser hasta un 35 % más eficientes que los turbofanes, y han alcanzado velocidades similares a estos.
Pero, ¿por qué no triunfó?

- Se desconocía el efecto que podrían tener las vibraciones de las hélices en el material, y se temía que pudiera provocar fatiga en la unión del motor con el fuselaje, y de la cola con el fuselaje.
- Se temía que una de las hélices se liberara en pleno vuelo y a esa velocidad, por si pudiera provocar daños en el fuselaje o en los controles de dirección traseros.
- Como hemos dicho, las hélices contrarrotativas son muy ruidosas, y las restricciones de sonido eran cada vez mayor (ya en los años 60, el Concorde estuvo cerca de no poder aterrizar en Nueva York).
Por otra parte, en los años 80, el precio del petróleo esta en caída, por lo que las aerolíneas decidieron no arriesgar en diseños innovadores, e ir a lo seguro.
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